EL PRINCIPE NEGRO de Iris Murdoc

El arte dice la única verdad que en definitiva importa.
— El Principe Negro, Iris Murdoc

Iris Murdoc, era una filósofa y escritora irlandesa, nacida en Dublín en 1919. El Principe Negro, publicada en 1973, es su novela número 15, de un total de 26. Ademas de novel escribió también relatos, poesía y teatro, ademas de ensayos filosóficos.

Tenía esta novela en mi biblioteca, vergonzosamente desde el 2009… y tenía sentimientos encontrados, por un lado me apetecía mucho descubrir a esta autora, y por otro lado me daba un poco de pereza las casi 600 paginas que son, porque ademas el argumento, tal y como esta descrito en el resumen, no me llamaba excesivamente la atención… pero ahora que por fin la he leido, me he quedado impactada… no me esperaba esto para nada.

La gran parte de esta novela es en realidad una novela dentro de la ficción que crea la escritora, escrita por uno de los personajes, Bradley Pearson, en primera persona. Ademas acompañan una serie de prólogos y epílogos del resto de los personajes, entre ellos el supuesto editor.

Bradley Pearson, que es escritor (o quiere serlo), nos cuenta que ha decidido retirarse de su trabajo como funcionario de hacienda a sus 58 años e irse a una casa en el campo para escribir su gran novela en soledad y silencio. Pero justo cuando está a punto de irse, un amigo le llama por telefono y le pide que urgentemente vaya a su casa, porque necesita su ayuda con algo muy grave que acaba de pasar.

Tal vez resultaría mas efectivo desde el punto de vista dramático, empezar el relato en el momento en que Arnold Baffin me telefoneó y dijo: “Bradley, ¿podrías venir, por favor? Creo que acabo de matar a mi mujer.”
— El Principe Negro, Iris Murdoc

Y a partir de allí empiezan a aparecer poco a poco el resto de personajes.

Su ex-cuñado, el hermano de su ex-mujer, un tipo extraño que quiere ser de ayuda en la vida de Bradley, y que no se sabe muy bien a que se dedica.

Su hermana que, desesperada ha decidido dejar a su marido y ahora busca un sitio donde poder quedarse.

Su ex-mujer, que vuelve a Londres tras el fallecimiento de su segundo marido, con quien vivía fuera del país.

Y así, empiezan a producirse, segun nos cuenta el propio Bradley, una serie de cosas, algunas algo inverosímiles, y algo sorprendentes, por las que va posponiendo y posponiendo el viaje al campo para escribir su novela.

Es una novela sobre las relaciones, sobre el amor, y el enamoramiento y el deseo, pero tambien sobre la ambición y el arte, y el éxito en la vida. He encontrado en diferentes sitios catalogar esta novela como “una historia de una obsesión erótica”, cosa que encuentro se queda muy en la superficie de las cosas, porque creo que esta novela tiene muchas capas y muchos detalles minuciosamente elaborados, presentando un mundo de personajes diversos y asombrosos, haciéndonos en cada momento cuestionarnos nuestros propios prejuicios, y nuestras propias elecciones vitales.

El libro se lee en gran medida como una obra de teatro, divido en tres partes, y además en lugar de capítulos, está separado en diferentes escenas, incluso se usa mucho el lenguaje del teatro… tal personaje entra en escena.

Los extensos diálogos entre los personajes, se entremezclan con párrafos de reflexiones del autor, Bradley Pearson, que según va contando la historia reflexiona sobre la misma, sobre sus sentimientos y sobre las decisiones que va tomando y las consecuencias que estas van teniendo en su vida, y en las vidas de aquellos con los que se relaciona.

Me ha parecido sumamente interesante la manera en la que Murdoc construye los personajes y la trama. Cómo construye al personaje de Bradley a través de su novela y de su forma de contar su historia. Es un personaje que ya desde el principio resulta arrogante, altivo, con unas opiniones muy críticas respecto de los demás, y que además tiene una alta opinión de si mismo.

Esto hace que desde muy al principio nos parezca un personaje desagradable, casi repulsivo. Y yo, como lectora, empecé a juzgarle también muy duramente, tanto o más a cómo del juzga a las personas con las que se relaciona. A muchos les describe de manera extremadamente despectiva, y sin embargo él mismo se auto.presenta cómo un ser de moral e inteligencia superior, que sin embargo no le es justamente reconocida por la sociedad.

Esto me hizo pensar… yo estoy siendo igual de altiva y prejuiciosa con él, como él lo está siendo con el resto. En nuestra cómoda distancia de lectores, un poco “todo poderosos”, como si nosotros estuviéramos por encima del bien y del mal.

Hay partes en las que su narración es muy asombrosa y dudamos casi constantemente de hasta que punto es verdad. Esto contrasta con algunas reflexiones escritas de una manera preciosa, pasajes muy bellos y muy trágicos.

Los demás personajes tampoco le toman muy en serio… es como si alguien estuviera en mitad de la calle gritando algo que es verdad, pero los demás hacen como si no existiera, ignorándole de manera consciente, como si estuviera loco.

Me gustaron especialmente las reflexiones sobre el arte y la vida; y sobre el proceso creativo, y ek “éxito” empresarial del artista. Su mejor amigo, Arnold, es un escritor de mucho éxito, y esto el protagonista lo ve como algo falso, como que su amigo solo escribiese como si se tratase de fabricar algo vendible, y no desde la perspectiva del “auténtico arte”, por lo que constantemente duda de si de verdad puede considerarle como “escritor”.

La tendencia natural del alma humana es la protección de ego. (…) Ansiamos ser más ricos, más guapos, mas inteligentes, más fuertes, más adorados y aparentemente más buenos que los demás. Digo “aparentemente” porque el hombre común, mientras codicia la riqueza real, por lo general solo codicia el bien aparente. La carga que supone el verdadero bien es instintivamente tachada de intolerable, y aspirar a ella sería sacar de quicio los otros deseos vulgares con arreglo a los cuales vivimos.
— El Principe Negro, Iris Murdoc
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