FRANKENSTEIN EN BAGDAD de Ahmed Saadawi

 
No pido que me perdones; escúchame y luego, si puedes, y si quieres, destruye la obra que creaste con tus propias manos.
— Frankensetein (Mary Shelley)

Año 2003, después de de la segunda guerra de Irak, las tropas estadounidenses siguen todavía en Bagdad. La población vive permanentemente con la expectativa de que suceda algún atentado, o algún asesinato, pero a la vez intentan seguir son sus vidas de la manera más normal posible.

En este ambiente de aparente normalidad, un trapero decide componer un cuerpo a partir de los restos de los cuerpos de las víctimas de los atentados, que no dejan de sucederse por la ciudad. Lo hace para poder dar sepultura a un cadáver “completo”, y así poder ofrecer algo de consuelo a las familias. Pero una noche, inesperadamente, el cuerpo cobra vida, y se adentra en las calles de Bagdad con la misión de vengar a todas las víctimas de las que está compuesto.

En esta novela del autor iraquí conocemos a diferentes personajes, con motivaciones diferentes, vidas diferentes y diferentes expectativas y planes de futuro.

Elisua, una anciana que vive sola, con su gato como única compañía viva, y habla con la imagen del mártir San Jorge… quién le ha prometido devolverle a su hijo Daniel, desaparecido en la guerra 20 años atras. Su dos hijas viven ahora en el extranjero, y la llaman cada semana, a través del teléfono disponible en la parroquia que ella frecuenta. Esté convencida de que su hijo desaparecido sigue vivo, y en cualquier momento va a volver.

La gente creía que estaba sola, mientras ella estaba profundamente convencida de vivir con tres personas o, para ser exactos, tres espíritus - su hijo, su marido y san Jorge - dotados de fuerza y presencia suficientes para que se sintiera acompañada.
— Frankenstein en Bagdad (Ahmed Saadawi)

En el mismo barrio, en la casa vecina, aunque medio en ruinas (conocida como “las ruinas judías”), vive un trapero llamado Hadi, que se dedica a la compra-venta de muebles y materiales, vagando por todo Bagdad, para conseguir algo que comprar.

En el barrio vive también un agente inmobiliario, Faray Dalal, que no tiene ningún problema en aprovechar la situación ruinosa e inestable de la ciudad para comprar propiedades a buen precio, y hacer planes para expandir sus negocios.

Mahmud Sauadi, el periodista, trabaja para una revista local, y está en busca de la verdad, para poder contarla en sus artículos.

También están el propietario del hotel, Abú; el propietario del café Aziz; el director de la revista La Verdad, Ali Báhir Saidi.

También está el coronel, Surur Muhammad Mayid, jefe de la Unidad de Rastreo e Inspección. Una unidad financiada por el ejercito norteamericano y el gobierno iraquí, que contrata a videntes, parapsicólogos y adivinos, con el objetivo, supuestamente, de predecir atentados y otros problemas de seguridad pública en Bagdad, e intentar evitarlos.

Esta criatura, compuesta por trozos de cuerpos y almas, el como-se-llame, a quién la prensa da el nombre de “Frankenstein en Bagdad” empieza con la noble y clara misión de vengar a los asesinos de las víctimas de las que esté compuesto su cuerpo… pero, poco a poco, las diferencias entre asesinos e inocentes empiezan a no estar tan claras como creía y también entra en juego su propio ego, porque de repente, su propia existencia empieza a cobrar sentido.

Nada en el permanecía, salvo el deseo de seguir con vida. Mataba para seguir viviendo. Era su justificación moral. No quería fundirse en la nada, no quería desaparecer. Nadie quiere morir sin entender por qué muere o a dónde irá después de la muerte.
— Frankenstein en Bagdad (Ahmed Saadawi)
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